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El sexto mandamiento es: No fornicar. Prohíbe toda acción, mirada y conversación contrarias a la castidad.  

El noveno mandamiento es: No desear la mujer de tu prójimo. Prohíbe los pensamientos y deseos contrarios a la castidad.  

Estos dos mandamientos prohíben, especialmente, toda infidelidad de hecho y de deseo en el matrimonio. 

El sexto mandamiento prohíbe toda lujuria externa, y el noveno toda lujuria interna

Lujuria es un apetito desordenado de placeres contrarios a la castidad. El intentar directamente satisfacer la lujuria es siempre pecado mortal: en esto no hay parvedad de materia. 

Intentar directamente satisfacer la lujuria es pecado grave, si voluntariamente y sin justo motivo se hace lo que influye notablemente a excitar la lujuria, por ejemplo: leer libros del todo obscenos, etc. Es pecado leve, si influye levemente; por ejemplo; ver figuras ligeramente obscenas, etc. 

Pensar voluntariamente cosas deshonestas para deleitarse en ellas, aun cuando no se intente realizarlas, es pecado mortal. (Noveno mandamiento) 

Para que el mal pensamiento sea pecado mortal es necesario que uno se dé cuenta claramente que el pensamiento es malo y que, a pesar de esto, quiera seguir pensándolo voluntariamente para recrearse en él. 

No hay pecado, si al darse cuenta que el pensamiento es malo, se lo procura apartar. Ni es pecado sentir inclinación a cosas malas, con tal que no se consienta y no se fomente esta inclinación. 

Aun los santos fueron muy tentados con malos pensamientos y malas inclinaciones; y esas luchas, lejos de menoscabar su pureza, la volvieron más hermosa y meritoria. 

Estas pasiones o inclinaciones son un efecto del pecado original. El pecado, pues, está, no en sentir la mala inclinación, sino en consentirla; esto es, en dejarse llevar por ella, haciendo lo que Dios ha prohibido. 

La virtud y el mérito consisten precisamente en que, a pesar de sentir la mala inclinación, uno resista a ella y no se deje llevar por los instintos perversos. Debemos ser castos en el cuerpo y en el alma, y tener gran respeto a la propia persona y a la del prójimo, por ser templo donde Dios habita con su presencia y su gracia. 

Es posible vivir castamente: Dios lo manda; El no puede mandar lo imposible. 

La castidad no es contraria, sino muy favorable a la salud. 

TRISTES EFECTOS DE LA LUJURIA  

La lujuria causa muchas enfermedades y aun la muerte; es pecado abominable ante Dios y los hombres; endurece el corazón y embrutece al hombre; le hace perder la fe; acarrea terribles castigos en esta vida y en la otra; es el pecado que hace condenar más almas; es el Goliat de los vicios. Quien venza la lujuria, fácilmente vencerá todos los demás vicios. 

La aparición de Fátima nos revela que son muchísimas las almas que se condenan para siempre por estos pecados; dice que son la mayoría. Dice textualmente Santa Jacinta, una de las videntes:  “los pecados que más almas llevan al infierno son los de impureza”.

CAUSAS DE LA LUJURIA 

Algunas de las causas de esta plaga, son:

La ociosidad, la cual, según dice el Espíritu Santo, ha enseñado mucha malicia. 

Las malas compañías: Dime con quién andas y te diré quién eres, dice el refrán. 

Las malas lecturas y videos pervierten la inteligencia y corrompen el corazón. Conviene mucho no leer novelas mundanas de ninguna clase, ni aun las buenas, pues quien empieza a leer novelas peligrosas, no encuentra después gusto en otra clase de libros. Lo mismo con los videos y sitios de Internet. El menor mal que causa estos entretenimientos es hacer perder el tiempo. 

Los bailes: generalmente son incentivos de la impureza; el diablo suele presidirlos.  El ir a bailes será o no será pecado según sean los bailes y el peligro para el que va a ellos. 

Cines y espectáculos: Es necesario averiguar bien lo que se va a representar, y no se debe ir si hay peligro para la moralidad. Cuanto menos se frecuenten los bailes y espectáculos mundanos, menos remordimientos se tendrán en la hora de la muerte. 

La intemperancia en el comer y sobre todo en el beber. Excederse en el vino y tener castidad es cosa imposible. 

La ocasión próxima voluntaria, porque “el que ama el peligro perecerá en él”, dice el Espíritu Santo. (Eclesiástico 3, 26)

MEDIOS PARA GUARDAR LA CASTIDAD 

1º En cuanto asome la tentación, rechazarla con una fervorosa jaculatoria, diciendo: ¡Dios mío, os amo más que a todas las cosas! ¡Virgen Santísima, madre mía, amparadme! Antes morir que pecar. 

2º El recuerdo de Jesús Crucificado. 

3º La frecuencia de los Santos Sacramentos. 

4º La devoción a la Santísima Virgen, que es la madre de la pureza. 

5º Sobre todo huir de los peligros: en esta clase de tentaciones sólo vence el que huye. 

6º Jamás será casto quien no guarda los sentidos, especialmente los ojos. 

7º acordarse de la muerte, juicio, infierno y gloria. 

Toda la hermosura de los cuerpos se ha de cambiar muy pronto, con la muerte, en un montón de huesos, polvo y ceniza. Por un vil placer que dura un momento, se pierde el cielo y se merece una eternidad de penas. Los placeres ilícitos nada valen, duran poco y sólo dejan pena y amargura en el corazón. 

En el cielo gozaremos delicias infinitas, purísimas y dulcísimas, que jamás se han de acabar. 

¡Al cielo, pues, nuestros pensamientos, al cielo nuestro corazón!

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