Hoy nuevamente les presentamos una lección breve pero hermosa: la ascensión de Jesús al cielo, donde está ahora a la derecha de Dios Padre. Se trata del artículo VI de nuestro hermoso Credo: "ET ASCENDIT IN CAELUM, SEDET AD DEXTERAM PATRIS"
Jesús subió a los cielos cuarenta días después de su resurrección. Dicho relato lo encontramos, por ejemplo, en el Evangelio según san Lucas, capítulo 24, 46-53
La ascensión a los cielos se efectuó en el monte Olivete en presencia de María Santísima y de los discípulos, muy cerquita de Jerusalén; en frente, digamos.
"Está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso" significa que Jesús tiene igual gloria que el Padre en cuanto Dios, y más que ningún otro ser creado en cuanto hombre.
Jesús subió al cielo por estas tres principales razones:
1º- Para tomar posesión del reino que conquistó con su muerte.
2º- Para prepararnos tronos de gloria.
3º- Para ser nuestro Medianero y Abogado delante del Padre Eterno.
Diez días después que Jesús subió a los cielos, envió al Espíritu Santo sobre los Apóstoles, en figura de lenguas de fuego. Es la lección número 12 que estudiaremos dentro de dos semanas: el artículo VIII de nuestro Credo.
El Espíritu Santo cambió a los Apóstoles de hombres ignorantes en sapientísimos, y de imperfectos en llenos de santidad.
Los Apóstoles predicaron el Evangelio en todas partes, confirmando el Señor su doctrina con milagros. Sellaron con su sangre la doctrina que predicaron.
Jesús como Dios, está en todas partes. Como hombre, está solamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.
CONCLUSIÓN
Queridos amigos: Nuestro Señor ya llegó a donde tenemos que ir: el Cielo; ese es nuestro destino final. Para eso Él vino al mundo: para llevarnos al Cielo.
Ver al Maestro en esta situación, nos inspira confianza y esperanza. Como en todas las cosas, cuando vemos que alguien logra algo, decimos: "si él pudo, yo también"; sólo que en este caso, como es demasiado grande la proeza, decimos: "Todo lo puedo en Aquél que me conforta".
Pero Jesús logró su victoria luego de luchar. No se trata de algo totalmente gratuito, como dicen algunos. No: es preciso imitar al Maestro también en los méritos.
La gran lección que Jesús nos da es ésta: hay que pasar por la cruz para llegar a la luz.
¡Que tengan una excelente y bendecida semana!
Y nos vemos en la próxima lección, que les anticipo, va a ser más larga, por lo cual, prepárense. Larga pero simple y fácil de entender. Tenemos que lograr ver todos los temas de nuestra fe en tiempo relativamente corto. Y este método de ir a lo esencial y de modo breve nos resulta el mejor.
Luis María