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Hoy quisiera ofrecer a los lectores una reflexión oportuna en esta fiesta de la Sagrada Familia. La consideración que proponemos trata sobre la imitación que nosotros muchas veces deseamos de la Sagrada Familia, sobre todo, su comportamiento en este mundo. Y esto, cada uno según su deber de estado. Pienso en particular en los esposos padres de familia, que ya tienen sus hijos y anhelan practicar la santa paciencia y abandono en la Providencia. 

Justamente: muchas veces nos encomendamos a la Sagrada Familia, no solo pidiendo su intercesión y ayuda, sino también procurando imitar sus virtudes domésticas. Y es allí cuando Dios nos pone cientos de veces en la oportunidad de practicar la paciencia, por ejemplo, y es allí también cuando nos olvidamos de todo. 

A veces uno desea ser tan paciente como San José y María, tan humildes y abandonados en Dios como ellos. Y no sería raro que esto lo deseemos en tiempo de calma. Pero apenas llega la primera adversidad cual tempestuosa prueba, dejamos de pensar en estos nobles deseos, y “pisamos el suelo”, olvidándonos de todo. Y ese es el problema. 

¡Qué lindo sería, en cambio, aprovechar esa y cada oportunidad que la Providencia nos pone, para crecer en aquellas virtudes que anhelamos en tiempos de calma! Es tan simple como poner en práctica lo que meditamos en el momento indicado. A veces es ya, ahora mismo. 

Pero las excusas aparecen, las urgencias nos urgen, la situación nos sobrepasa, y se pasó la oportunidad también. 

“Pisar la tierra”, morder la realidad, y hacerse cargo, son algunas de las súbitas distracciones que nos desvían. Porque, claro: lo otro, meditar en la Sagrada Familia, es algo abstracto, en las nubes. Y así nos engañamos. Lamentablemente, ni siquiera nos damos cuenta: es inconsciente. Y entonces, este deseo de imitación no es más que una utopía, un fracaso. 

¿Qué debemos hacer entonces?

Simplemente, recordar en el momento de distracción, en el momento de la prueba, cuando hay que practicar esa paciencia o abandono, recordar, digo, que lo que queríamos era justamente eso: imitar unos modelos perfectos y totalmente a nuestro alcance: Jesús, José y María. La madre pensará en María, el padre en San José, y el hijo en Jesús. Podemos; debemos. Están para eso. Hay que recordarlo, pero en el momento justo. Entonces así, y sólo así, estaremos pisando la tierra, siendo realistas, y cumpliendo efectivamente lo que nos habíamos propuesto. ¡Qué gratificante! 

Hoy celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia de Nazareth. Buena ocasión para renovar nuestro deseo de imitación a ella. 

Que la Sagrada Familia nos conceda esa paciencia y abandono que tanto necesitamos. Es nuestro sincero deseo de fin de año y de año nuevo. Que en este 2023 logremos aprovechar cada oportunidad que Dios nos ponga en el camino. 

Luis de la Calle

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